Pandemia ficción. Capítulo 12: A. San José, dar cera, pulir cera.

Dos gemelos recién nacidos que no cesan en su llanto. El sofá lleno de gente; ni conoce a esas personas: compañeras de su mujer, amigas de las compañeras de la mujer, vecinas y amigas e hijos pequeños de las vecinas…

A. San José agradece las felicitaciones y los regalos, pero joder, que no lo dejan descansar, y el próximo fin de semana la familia, que viene a visitarlos y de paso a echar una mano, dicen, que dos bebés dan mucho trabajo.

El de la derecha se parece más a la madre. No, yo diría que el de la izquierda tiene los mismos ojos del padre. Son gemelos hostias, si se parece uno, debe parecerse el otro, piensa A. San José mientras recorre, por enésima vez, el camino que lleva de la cocina al salón. 

Una bandeja de pastas, bollos para los niños, palmeras, más café. ¿Una copa? ¿Hay una que ha pedido un gin and tónica?¿Delante de los críos? ¡Y no tenemos hielo, ni tónicas! 

Sin que lleguen a pedírselo, solícito, se monta en el coche y al Súper. El estrés le hace conducir demasiado deprisa, se ha saltado un stop, ha notado un golpe en los bajos y un ruido extraño como de gato maldiciendo, pero él está a otra cosa.

En la avenida recuerda, por un instante, esas épocas en las que hasta los semáforos se le ponían siempre en verde. Un hombre de suerte, con pocos problemas, todo le salía bien y sin demasiado esfuerzo. Por un lado, porque controlaba sus ambiciones y por otro, porque asumía lo que le tocaba vivir y tenía tiempo para sus cosas. Le bastaba su capítulo de Cobra Kai, que su héroe Daniel Larusso no recibiera demasiadas patadas, sacar algunas piezas nuevas y con mayor perfección en su impresora 3D y tener una tarde de paseo con su novia a la que conquistó con un zapato, como el de Cenicienta, creado en su impresora 3D.

El súper está hasta arriba de gente, colas interminables, y a saber si hay tónicas que por la tele solo salían estanterías vacías. No tiene tanto tiempo para esperar su turno, cruza al chino y compra hielo,  media docena de cosas variadas: refrescos, pan integral, conos de chuches y un cargador para su móvil, de esos que se enchufan y se cargan en el coche, en el hueco del mechero, porque prevé que esta noche, si quiere dormir unas horas, la va a pasar dentro del Megan GTI blanco. Ya lo ha hecho en varias ocasiones y ha conseguido descansar.

De vuelta a casa le vienen cosas raras a la cabeza, comentarios, no sabe de quién, de alguien de los que ahora invaden su casa: que si nunca se ha visto un entierro de un chino, ni en la cola del paro, que la comida china que se sirve en España no es china… y que nos van a confinar, no cabía duda, eso lo dijo la del gin and tónica. Bueno al menos no ha tenido que hacer tanta cola y regresa con víveres para todos con lo que quedaba en las estanterías.

Por cierto, que ahora que lo piensa, el coche tendrá que cambiarlo que con tantas cosas: las sillitas, los cochecitos, los bebés, las bolsas, los sonajeros, la leche en polvo, los biberones…, no hay espacio. Más le vale vender mucho este mes y los siguientes, si quiere meterse en un préstamo.

Cuando regresa a casa, hay más gente aún y un cura, el de la parroquia que también quería felicitarlos por el feliz alumbramiento y de paso meterse dos lingotazos. También le ha pedido, por favor, si le puede imprimir un cáliz en 3D, que lo han robado del sagrario, que con su maña para la tecnología y esa impresora tan cara seguro que puede hacer un milagro, que ha visto el zapato de Cenicienta y se ha quedado prendado.

A. San José, que está a punto de tener un mareo de tanta ida y venida, le dice al cura que sí, y a todos que sí. Sólo piensa en que llegue pronto la noche. Reclinará al máximo el asiento de su deportivo, se ajustará los auriculares, enchufará el móvil en el hueco del mechero y en pocos minutos sus párpados caerán a plomo. 

Lo primero que ve al día siguiente, entre los cilios de las pestañas, es un cielo pardo y espeso como la tinta. Una ducha rápida, el túper y a la oficina. Arranca el deportivo que tendrá que cambiar y grita para él mismo:¡Dar cera, pulir cera!

Autor: Ceremón762: ¿Crónicas inspiradas en hechos reales…?